Por María Monachesi
GRACIAS MARÍA!!!
Cuando pienso en presencias que fueron testigos a través del tiempo de la evolución del hombre, viene a mi memoria un magnífico árbol de más de 2.000 años, y el interrogante acerca de lo que podría contarnos. En principio, podemos imaginar que ha presenciado numerosos cambios, que ha sobrevivido al rigor de una enorme variedad de climas, ha observado las transformaciones en las formas de comunicación, en las vestiduras humanas, ha percibido el envenenamiento del aire y la atmósfera, ha padecido y sufre aún la contaminación del agua, ha visto partir a numerosas especies de plantas y de animales que no podremos volver a recuperar, y más allá de sus compañeros árboles que lo rodean, y el resto de la naturaleza que habla su mismo idioma, tengo la intuición de que cada día suma a larga existencia, un sentimiento de soledad y de incomprensión de parte de los que deberían ser sus hermanos humanos. Me pregunto cuantas manos lo habrán tocado intencionalmente, reconociéndolo como un ser vivo, cuántos habrán percibido su energía, su vida interior, su fuerza, en definitiva, cuantos habrán conectado, a lo largo de sus dos milenios de existencia, con la presencia viva de ese “Ser” árbol, con sus necesidades y con su infinita sabiduría. Tiendo a suponer que no demasiados, porque no estaríamos en la situación de emergencia planetaria en la que nos encontramos, si hubiésemos tenido un reconocimiento de la presencia de la vida en toda la Naturaleza, si ese respeto -que si han tenido los pueblos originarios-, hubiera estado más despierto, y activo, por ejemplo, no se nos hubiera ocurrido nunca hacer talas indiscriminadas de bosques.
La Naturaleza es testigo y protagonista de los cambios en la tierra, es también la prueba de la evolución y la transformación, siendo al mismo tiempo la generadora de una nueva conciencia de la Humanidad. Me refiero a la Naturaleza con mayúsculas, porque representa la inclusión del hombre, expresa al Hombre como parte de ella. Estamos, a nivel global, recién despertando a esta realidad de que no estamos separados de la Tierra, el medio ambiente y sus ciclos, porque se ha puesto de manifiesto la emergencia y la urgencia con la que debemos atender la devastación que ha sufrido la Naturaleza a manos del hombre. Es interesante reflexionar que si nos hubieran enseñado que somos parte inseparable de ella, habríamos comprendido que no hemos hecho más que atentar contra nosotros mismos al amenazar la sostenibilidad del planeta.
Erwin Lazlo en la obra Revolución de la Conciencia(1) , plantea que es la primera vez que el hombre “en la historia de la especie humana”, se enfrenta a “vivir sin perspectiva de continuidad”. En sí misma, la idea de insostenibilidad es preocupante, me refiero principalmente, a que el mismo planteo está demandando un cambio en nuestras acciones hacia adentro y hacia fuera. Hacia adentro de nosotros mismos y hacia fuera, en relación con los demás y el entorno.
Esta interesante nota podés lerla completa en la web de Ehma
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